Sebastián y Daniela atrajeron de inmediato todas las miradas en cuanto entraron al salón.Ambos llevaban trajes muy modernos. Él, con una actitud fría y altiva, y ella, con una gracia serena y elegante. Solo con estar de pie, parecían una verdadera obra de arte, perfectamente emparejados y muy hermosos.Entraron tomados de la mano, sonriéndose de vez en cuando, sin mostrar ningún rastro de los rumores de la discordia matrimonial que aparecían en las noticias.En realidad, las uñas de Daniela estaban clavadas con fuerza en la palma de Sebastián.Sebastián, imperturbable, susurró: —Te pago seis millones de dólares al mes, no pierdes nada por tomarme de la mano.Daniela lo maldijo en completo silencio.Al bajar del coche, Sebastián había tomado la mano de Daniela. Ella intentó en ese instante soltarse, pero no lo logró.Los periodistas alrededor no dejaban de tomarles fotos, así que tuvo definitivamente que resignarse. En su frustración, clavó las uñas con fuerza en su mano.Sebastián sop
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