Harry ChryslerDespués de hacer el amor, Alicia se acomodó entre mis brazos, y no pude apartar la mirada de ella. Su respiración tranquila llenaba la habitación, y observaba cada detalle de su rostro mientras dormía. El cabello castaño que enmarcaba su rostro, sus ojos cerrados, y esos destellos grises en sus marrones ojos me fascinaban. En ese momento, me pareció que ella era simplemente perfecta.Ella era mía, solo mía. Sentía en lo más profundo de mi ser que había nacido para ser mi mujer, para ser poseída por mí. Cuando finalmente la hice mía, experimenté una conexión que trascendía cualquier experiencia previa. Fue como si sus labios, su cuerpo, su piel, ya los conociera de antes. Una sensación extraña, pero poderosa, como si en otra vida ella ya hubiera sido mía.Me encontraba en un dilema abrumador, sin saber qué demonios hacer con ella y con los sentimientos que me invadían. Como hombre casado, divorciarme no era una opción viable; mi padre jamás lo aceptaría y el riesgo de pe
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