Geraldine Punto de VistaEstaba sorprendida pero feliz por el cambio de opinión de Hebert. No solo quería seguir viéndome, sino que parecía querer ver hasta dónde llegaban las cosas, más allá de una relación sexual. No es que estuviéramos destinados a ser felices para siempre, porque sabía que esa parte no había cambiado para él, y por supuesto yo tenía mis propias metas que quería alcanzar.Antes, cuando quedábamos, estábamos en la cama o donde fuera teniendo sexo a los pocos minutos de llegar, pero ahora cenábamos o hablábamos e, incluso, después del sexo, hablábamos un poco más. En ocasiones, incluso, pasábamos la noche. Despertar en los brazos de Hebert era lo más maravilloso del mundo.Aunque había hablado de la posibilidad de que saliéramos en público y actuáramos como una pareja formal, al final ambos estuvimos de acuerdo en que quizá no era una buena idea, sobre todo después de los chismes que habían salido sobre nosotros. Yo seguía sin querer que me vieran como una mujer que
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