En la Ducha

Hebert Punto de Vista

Geraldine, cubierta de postre, era el puto cielo. Había conocido mujeres que podían ser aventureras en la cama, pero había algo en la efervescencia y la naturaleza aventurera de Geraldine que lo hacía aún más excitante. Esta noche, también estuvimos pegajosos.

—Vamos. —Me puse de pie y la ayudé a levantarse.

—¿A dónde vamos?

—A la ducha. —La tomé de la mano y la llevé al baño.

—Oh, mira la bañera —dijo mientras abría la ducha.

—La próxima vez. —Comprobé el agua y, pensando que estaba lo suficientemente caliente, la levanté y la llevé a la cabina.

—A veces eres un neanderthal, ¿lo sabías? —dijo sonriéndome.

—¿Los neanderthales tenían entrepiernas grandes?

Su mano envolvió mi entrepierna, haciendo que pasara de dura a acero en un nanosegundo.

—Sí que la tienen.

La dejé en el suelo y la giré para que estuviera de espaldas a mí. Saqué jabón del dispensador y comencé a pasar mis manos enjabonadas por su cuerpo. Ella suspiró y frotó sus nalgas contra mi entrepierna. L
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