Walter estaba apoyado en el coche, fumando un cigarrillo, justo cuando levantó la vista.Sus miradas se encontraron.Noviembre realmente era frío; las ramas secas temblaban suavemente con el viento. El cabello de Mariana se desordenaba en su rostro por la brisa.Él exhaló anillos de humo, se enderezó y apagó el cigarrillo, arrojándolo a la basura.Mariana frunció el ceño y se abrigó más en su abrigo, mostrando que no quería prestarle atención.Walter se acercó a ella, con un ligero olor a tabaco.Como no era un fumador empedernido, el olor no era muy fuerte,pero a Mariana aún no le gustaba el aroma del cigarro.—¿Ya terminaste tu jornada? —preguntó con paciencia.Mariana asintió, mirándolo con desdén. —Qué casualidad, señor Guzmán, me voy a casa.Él estaba esperándola, eso lo sabía.Pero Mariana no quería tener ningún tipo de relación con él, así que comenzó a divagar.—Te estaba esperando, lo sabes. Sube al coche, te llevo a casa —Walter se hizo a un lado, indicando que subiera.Mari
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