La delicada figura de Celeste se sentía suave y caliente por la fiebre. Al verla así, Lorenzo frunció el ceño.Al mencionar el asunto, Celeste se mordió los labios y se le quejó:—En el futuro, si me enfermo, ¿podrías no dejar que Miranda me atienda? Por tu culpa, ella me humilló a propósito.—¿Te humilló a propósito? —la mirada de Lorenzo se enfrió de repente.—Incluso Margarita lo escuchó, ¡puedes preguntarle! Ella se aprovecha de su relación contigo para humillarme. Puedo ver que le gustas, y yo no soporto a esa mujer. Si vuelvo a verla en el futuro, ¡entonces terminamos la relación!Al final, su tono se volvió caprichoso y aparentaba estar celosa.El hombre la miró por un rato, luego levantó su mentón con sus largos dedos y la observó con sus ojos bonitos profundamente:—¿Estás celosa?Sí, ¡ella estaba celosa!Celeste insistió con un tono mimado:—Lorenzo, tú puedes estar con quien quieras, pero mientras estés conmigo, ¡no puedes coquetear con otras mujeres! De lo contrario, nuestr
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