99. Mi princesa Mérida
Gregor estaba a punto de llorar, no había perdido todo con Anna por un desliz de la noche, se sentó y sintió cómo se le revolvía, el estómago respiró profundo y en ese momento vi un vestido de boda al otro lado de la habitación. “¿De paso la mujer continúa aquí?, esto es un desastre por completo”Con cuidado se asomó hacia la cama y allí, de espaldas a él, desnuda y solamente cubierta con un poco de la sábana que cubría su intimidad, se encontraba una pelirroja de cuerpo de ensueño.“¿Quién diablos es? No conozco a ninguna mujer con el cabello así, qué burro soy, de paso es una completa desconocida, tengo que armarme de valor y plantearle de una vez el divorcio”.Se levantó, todo estaba en completo silencio y la mujer continuaba durmiendo plácidamente, así que caminó sigilosamente hacia la cama, pero al ver quién era, se tropezó con un tacón y cayó estrepitosamente. — ¿Quién está allí? Oh, Dios, qué dolor de cabeza tan horrible—, de pronto enfocó sus ojos en él, —¿Gregor?, ¿cómo lle
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