38. Forzado
El objetivo se había alcanzado, un Prescott satisfecho se daba una ducha, mientras que Sisa estaba en su recámara avergonzada por lo que acababa de hacer, parada frente al mueble de lavamanos, se miró en el espejo. Y es que en cuanto bajo la lujuria del momento, ella se había incorporado y salió a toda prisa, negó con la cabeza y una sonrisa de incredulidad apareció en su rostro, ¿había algo que no haría por su Elliot? Se sacudió, estaba siendo cobarde, no era solo el acuerdo, Prescott era condenadamente atractivo, no debía fingir demencia, tenía que aceptar y hacer consiente lo que él la hacía sentir, como por ejemplo el efecto de bailar con él o los cumplidos que recibió de su parte. A la mañana siguiente ella no quería estar incómoda en la presencia de él, solo que en el minuto en que esos dos se vieron a la mente de Sisa vinieron toda clase de imágenes de el semidesnudo, fue visible su rubor. Prescott por su parte tomo la decisión de ir a la velocidad que Sisa marcara, verla p
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