Sentí un toque en la puerta y me sorprendí, se supone que todos deberían estar dormidos, y entonces recordé, que Lucas no. Él siempre se pasaba por mi ático a molestarme. Corrí y abrí la puerta.―¡Oye! ―dijo con su descomplicada sonrisa, y su melena castaña oscura que ya le estaba llegando a los hombros.―¿Qué pasa?―Como que, que pasa. Vine a felicitarte y darte tu regalo, no voy a poder dormir si no lo hago.―No te cargues por eso. Es suficiente para mí que me hayas acompañado.Como era usual en él, entró como pedro por su casa y se sentó en mi cama, mientras yo cierro mi mandíbula y luego la puerta, un poco espantada. Me acomodo nuevamente en mi escritorio.―Ratona, me preocupo por ti, y por la falta de diversión que tienes, solo encerrándote aquí en estas cuatro paredes. Acabas de cumplir diecisiete, deberías salir más, celebrar.―No te preocupes, no es malo para mí. Aquí hago lo que más me gusta.―Leer y escribir como sonámbula.―Lucas...Él se levantó de la cama y caminó hasta d
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