Sus manos ásperas amasaban su piel de nieve.Julia frunció el ceño con incomodidad.—Andrés, suéltame.Él se negó a soltarla, manteniéndola atrapada contra la cabecera de la cama, pegado a ella como un horno, mordiendo su cuello frenéticamente. Julia temblaba por sus mordidas.Marcas rojas y moradas aparecieron en su piel. Ella forcejeó, pero no pudo liberarse, siendo presionada firmemente contra la cama.Él aún vestía su bata, con un brazo rodeando su esbelta cintura y la otra mano recorriendo su cuerpo, encendiéndola. Pronto, las mejillas de Julia se sonrojaron.Ella se estremeció por la excitación.Andrés lo notó, su entusiasmo aumentó, y se hundió en ella agarrando su cintura.Bajo la luz de la luna, él la presionaba contra la cama. Su piel era como nieve, delicada y hermosa, con el rabillo de los ojos enrojecido, provocando aún más al hombre a maltratarla con mayor intensidad.*El cielo apenas comenzaba a aclararse.Andrés aún la abrazaba, como una bestia insaciable.Julia gritó
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