El suave murmullo de las maquinas resonaba en la habitación del hospital, y mis ojos, pesados por la reciente inconciencia, parpadeaban para ajustarse a la luz tenue. Mi primera preocupación, como siempre.Nicholas, ¿está bien? – pregunté, mi voz apenas un susurro preocupado.El doctor, un hombre de aspecto calmado, se adelantó para tranquilizarme. Me explico que Nicholas estaba en la habitación contigua, recuperándose de la herida en su hombro. Mi corazón dio un vuelco al saber que estaba a salvo. Agradecí en silencio por ese alivio.Pero, ¿y mi bebé? ¿Cómo esta nuestro bebe? – pregunté ansiosa, instintiva coloqué una mano sobre mi barriga. El doctor sonrió, y sus palabras se convirtieron en una sinfonía de consuelo.Ambos están bien. Emily. No hay razón para preocuparse. Pero es crucial que te tomes las cosas con calma.En ese momento, la puerta se abrió suavemente, y allí estaba él, Nicholas, con una bata de hospital que no lograba ocultar su determinación. Corrió hacia mí, y nos a
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