Todos los capítulos de MALDITA TENTACIÓN. Engañada por el prometido de mi hermana: Capítulo 81 - Capítulo 90
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TOMO 2. CAPÍTULO 1. Desesperación.
TOMO 2. CAPÍTULO 1. Desesperación.CINCO AÑOS DESPUÉS.—Y dijo Dios: Hijo mío… —Los ojos de Sebastian se elevaron al cielo mientras ponía su mano derecha sobre la cabeza de Elijah—. Haz de afeitarte al menos una vez por semana, para que puedan reconocerte como hijo de Dios, hecho a mi imagen y semejanza… ¡y no a semejanza del puto chimpancé al que te pareces ahora mismo!—¡Ya basta, Sebas! ¿No te aburres? —gruñó Elijah apartándolo de un manotazo y su hermano fue a sentarse en uno de los sofás con expresión frustrada.—¿De olerte? Sí. Desde el pasillo ya se anuncia el animal muerto —rezongó Sebastian—. ¡Al menos báñate cada dos días! ¡Estás en la oficina!—¡Ya me echo Rexona, que no me abandona por setenta y dos horas! —replicó Elijah con sorna.—¡Es que ni falta que hace, después de tres días sin bañarte no te huele la axila… porque la peste a culo ya te la tapa!—¡¡¡SEBAS!!!—¡Vete a un puto hotel, Elijah! ¡No eres pobre! ¡Si no quieres ir a tu casa renta un departamento, o ven al mí
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TOMO 2. CAPÍTULO 2. Un papel firmado
TOMO 2. CAPÍTULO 2. Un papel firmado—Lo siento pero…—¡Ya deje de decir que lo siente, eso no arregla nada! ¡Solo llame a la persona que lo compró! —rezongó Elijah.—Es que no fue una persona, señor Vanderwood, fue una joyería —intentó explicarle el relojero.—¡OK, OK…! Entonces deme la dirección —le pidió Elijah y antes de que el hombre pudiera negarse le advirtió—. ¡Por favor, es muy importante! Puede darme usted la dirección o puedo perseguir a todas sus entregas hasta que la consiga.El relojero suspiró con resignación y le anotó la dirección de una joyería exclusiva en plena 5ta Avenida de Manhattan. Media hora después llegaban allí y por suerte bastaba su apellido para que el gerente los atendiera de inmediato y personalmente.—No estoy aquí para comprar una de sus piezas… ¡Bueno, sí, pero no una terminada! Necesito comprar la pieza para una caja de música que encargaron a la relojería del señor Baptiste. ¡Le pagaré el doble! —dijo Elijah mostrándole la foto y el gerente negó c
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TOMO 2. CAPÍTULO 3. Una obra de arte.
TOMO 2. CAPÍTULO 3. Una obra de arte.Si no hubiera sido tan sincera, aquella forma de persignarse de Sebastian le habría parecido una burla. Pero después de semanas de andar como un salvaje sin que nada le importara, ver a Elijah bañado, rasurado y oliendo a X Masculine de Clive Christian era como un milagro para él.—¿Vienes a controlarme? —preguntó Elijah con un suspiro resignado.—Vengo a asegurarme de que no mates a nadie si no ganas la puja por la condenada caja de música —sentenció su hermano y los dos fueron escoltado amablemente hacia el interior del edificio, donde se exhibían diversos artículos de joyería en sus cajas de protección.Sin embargo la pieza central era sin dudas aquella caja de música. Medía unos quince centímetros de largo por siete de ancho y otros siete de altura. Tenía la forma de la cuna de un bebé y estaba hecha completamente de oro.—Espero que traigas la chequera preparada —le dijo Sebastian.Pero no tenía idea de que lo que más impresionaría a su herma
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TOMO 2. CAPÍTULO 4. Déjame conocerlo.
TOMO 2. CAPÍTULO 4. Déjame conocerlo.Sylene Vantt.El nombre le llegó como un golpe en pleno pecho cuando se dio cuenta de por qué jamás había podido encontrar a Lynett hasta ese momento.Era un anagrama. Sylene Vantt era un anagrama de Lynett Evans. Ella había cambiado su nombre, por eso no era “sociable”, ni salía de su suite ni había querido ir a la gala de la joyería.¡Era Lynett! ¡La artista oculta era Lynett!La vio llegar a la puerta de la cafetería y subir aquel escalón con una mueca. El corazón se le retorció de dolor dándose cuenta de que aun después de cinco años no había podido arreglar su tobillo, y la culpa que creía tener se multiplicó por diez.Apenas fue capaz de ponerse de pie sin tambalearse, pero para cuando cruzó la calle y esperó en la puerta, con el corazón en la mano, ya era un hombre seguro de lo que tenía que hacer. Por desgracia, en el mismo momento en que la muchacha cruzó aquella puerta con su chocolate en la mano, la única expresión que Elijah pudo ver e
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TOMO 2. CAPÍTULO 5. Lo siento
TOMO 2. CAPÍTULO 5. Lo sientoElijah ni siquiera era capaz de describir el grado de dolor que sentía mientras veía aquella mirada llena de impotencia y de miedo en los ojos de Lynett.—¿Por eso no regresaste? —le preguntó en un susurro—. ¿Por eso te cambiaste el nombre y… y dejaste la tarjeta con todo el dinero de las acciones de tu padre?Lynett apretó los labios y se recogió sobre sí misma, como si pudiera esconderse detrás de aquel cabello feo y dañado.—No quería que me encontraras. Lyn… ella me dijo que era el amor de tu vida, que no te dejaría nunca y yo no tenía nada que hacer en medio de ustedes.—Eso no es… —Elijah respiró hondo tratando de contener sus emociones—. Lynett yo jamás…—¿Jamás qué? —replicó ella—. ¿Jamás me habrías lastimado? ¿Jamás me habrías abandonado? ¿Jamás habrías pensado que mi hijo no era tuyo o que solo lo estaba usando para enredarte?Elijah apretó los labios y negó con desesperación.—Jamás habría negado a mi hijo —respondió—. ¡Por favor, déjame verlo!
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TOMO 2. CAPÍTULO 6. Viejos sentimientos
TOMO 2. CAPÍTULO 6. Viejos sentimientos —Te enamoraste de ella.Aquella sentencia hizo que Elijah levantara la cabeza de la cajita de música que tan desesperadamente estaba tratando de reparar. Las palabras se ahogaron en su garganta y Sebastian empujó la botella hacia él porque estaba seguro de que no podría responderle.—Puedes negarlo todo lo que quieras, puedes llamarle “tentación”, “antojo”, “calentura”… puedes llamarle como quieras pero la verdad es que te enamoraste de Lynett Evans y estabas… estás todavía tan jodido que hiciste hasta lo imposible para no reconocerlo, para alejarla.—No sabes de lo que estás hablando —gruñó Elijah desviando la mirada, pero a aquella hora de la madrugada y con la primera botella de whisky ya vacía en un rincón, no había dios que pudiera callarle la lengua.—¡Claro que lo sé! ¡¿Y quieres que te diga lo que pienso?! ¡Jamás amaste a Josselyn! ¡Solo era una apuesta segura! ¡Era amiga de Ranger, salvó a Blair, la mujer casi casi traía un certificado
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TOMO 2. CAPÍTULO 7. Ayúdame
TOMO 2. CAPÍTULO 7. Ayúdame—¡Para el auto!Aquel reclamo solo lo hizo negar con la cabeza, pero si esperaba a la chica que siempre obedecía, Elijah se topó de frente con una pared.—¡Detén el maldito coche, Elijah! ¡Me quiero bajar! ¡Para!Los sollozos de Lynett eran tan fuertes que él no tuvo más remedio que estacionar a un par de calles de la casa de su madre, y ver cómo la muchacha peleaba con el cinturón por bajar del coche.—¡Oye.. espera, espera! —exclamó Elijah bajando también y siguiéndola de regreso. Cuanto más se apuraba, más se notaba aquella cojera, pero era evidente que en ese momento Lynett estaba fuera de control y no le importaba nada—. ¡Lynett espera! Las cajas de música… no eran fabricadas.La vio detenerse de golpe y girarse tan despacio, con los ojos desorbitados, que Elijah creyó que estaba perdiendo la razón.—¿Qué dijiste?—O sea… sí son fabricadas, pero no por tu padre, o eso creo… Estaban en Amaz0n. Primero creí que tú eras la que las había comprado, pero lue
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TOMO 2. CAPÍTULO 8. ¡Necesito hablar contigo…!
TOMO 2. CAPÍTULO 8. ¡Necesito hablar contigo…!Dos docenas de contenedores de plástico transparente, llenos de pequeñas piezas, bocetos, pruebas fallidas o incluso algunas cajas de música sin terminar. Literalmente había que dar una docena de viajes hasta el auto y rezar en cada una de ellas para que no los descubrieran, pero bastaron aquellas palabras de Lynett: “Por favor… ayúdame…”, para que Elijah montara tres contenedores, uno sobre otro, y saliera por aquella puerta sin hacer el menor ruido.Le tomaba tres minutos hacer el viaje de ida y vuelta más ir acomodando todo en la cajuela de la camioneta, pero la única vez que se detuvo fue cuando sus ojos tropezaron con una pequeña pieza de las que Lynett estaba recogiendo apresurada.—¿Qué… qué pasa? —preguntó ella y Elijah alcanzó su mano, abriéndola.—Por una pieza como esta llegué a la subasta de la joyería —respondió él—. La necesitaba para una que estoy haciendo, pero tú ya la habías pedido.Lynett giró la palma y dejó caer la pe
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TOMO 2. CAPÍTULO 9. Un recordatorio perfecto
TOMO 2. CAPÍTULO 9. Un recordatorio perfectoEra casi tierno así, con los ojos cerrados, la respiración lenta y el cabello más largo y desordenado. Lo único que le faltaba era seda… la seda blanca del relleno del ataúd alrededor, muchas flores y tierra, mucha tierra para cubrirlo. Esa sería indudablemente su mejor imagen.Pero por lo pronto Lynett se tuvo que conformar con sentarse al otro lado de la mesa, sacar una botella mucho más cara y agradable, y beber mientras lo miraba dormir la borrachera de aquel vodka barato.Aquello de “Sabes que no tolero bien el alcohol…”, era el tierno cuento de la princesa desvalida de hacía cinco años; pero entre soportar las fisioterapias después de las operaciones y la depresión, Lynett había tenido todo ese tiempo para aprender a beber como pirata del Caribe.Así que ahí esperó, tranquilamente, hasta que una hora y diez minutos después recibió aquel mensaje y salió al corredor para recibir la llave de vuelta.Gianni Grecco la puso en su mano al ti
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TOMO 2. CAPÍTULO 10. ¡Me engañaste!
TOMO 2. CAPÍTULO 10. ¡Me engañaste!Era un ejercicio de fuerza no seguirla. Elijah no sabía explicar por qué, pero solo se había quedado sentado en su auto, como si esperara un cambio divino, algún milagro que le señalara el camino correcto. Pero por desgracia ese no existía. Cuando vio a Lynett salir un poco más tarde, fue solo para dirigirse a la joyería, y Elijah sabía que cobrar aquel cheque era lo único que se interponía entre ella y un avión con destino a Italia, así que dio la vuelta a su auto y se fue a su casa sabiendo que quizás aquella sería la última vez que la vería.Sin embargo Lynett salió de la joyería y volvió a tomar un taxi en dirección a la casa de su madre, donde por supuesto los gritos eran mayúsculos. Florence ya se había dado cuenta de que la supuesta visita de Elijah no había sido gratuita y que se habían llevado todo lo que había en el taller de su difunto esposo.—¡Tú! —gruñó viendo a Lynett y caminando hacia ella con expresión amenazante—. ¡Quiero que devue
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