Al presenciar esa escena, Lorenzo sintió un fuerte nudo en la garganta. Cuando Adrián falleció, él apenas tenía cinco años, y fue Helena quien trabajó incansablemente, sacrificándose día tras día, para criar con gran esmero a los dos.Anteriormente, ella era la estrella del salón de baile, disfrutando de una vida muy lujosa y rodeada de grandes riquezas. Sin embargo, optó por convertirse en una lavandera que trabajaba arduamente, sacrificando sus delicadas y bellas manos. ¡Realmente fue muy difícil! El amor de una madre es el amor más grande del mundo.—Mamá, hoy es un día muy importante para nuestra familia. Mira cómo lloras, papá no estaría contento si te ve así —la consoló Lorenzo rápidamente.Eso logró detener un poco las lágrimas de Helena. Ella se secó los ojos y forzó una sonrisa, diciéndole: —¡Exacto! No puedo permitir que tu padre supiera que me he convertido en una mujer amargada. ¡Debo ir a verlo muy feliz!Lorenzo condujo como de costumbre su pequeño vehículo eléctrico, l
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