Abrí la puerta, con la espalda recta, y me di de bruces contra el pecho del Príncipe.**"Entonces", preguntó el Hermano Daniels, sentándose por fin a la mesa de los trece. Yo era la única mujer en la mesa redonda. Bueno, yo y la gorda atigrada gris, Catrina, nos movíamos entre las piernas buscando
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