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Todos los capítulos de Cautiva por el despiadado alemán : Capítulo 141 - Capítulo 150
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 6.
Para alguien como Evelyn perderse entre sus pensamientos era parte de su día a día, aún más cuando tenía mucho por recordar, tanto para soñar y el doble de motivación para sonreír instintivamente al verse de nuevo entre ese par de brazos que la tocaron como jamás creyó que lo sentiría.Sabía que había salido de Stuhr, pero no sintió lo mismo que cuando llegó. El imposible había sido tachado de las palabras que definían lo que pasaba por su cabeza. El cliente de las corbatas volvió a entrar a la tienda y no tenía interés en averiguar para qué necesitaba tantas piezas iguales. Siendo más su aprecio por la calma absoluta que estar en un sitio lleno de nuevas cosas por experimentar. Caminando de regreso a su casa, tomó el bolso que colgaba de su hombro, viendo un auto detenerse frente a ella. —El señor Forsberg me pidió llevarla. —no confiaba en eso, por lo que éste recordando lo que su jefe le dijo tomó el móvil. —Es mejor que lo confirme usted misma. Ser chófer no era su especialida
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 7.
—KB y KB, eso es confuso. —dijo mientras estaba en su habitación. —Aunque me gusta. Khastiel y Kahín Blackwood. Suena imponente. Únicos. —Bastian eligió las iniciales y el de Kahín. Si te confieso algo, se ve muy interesado en cada cosa de nuestros hijos y me gusta mucho que no se muestre como el témpano de hielo que es con otras cosas. —terminó susurrando. —Estás muy enamorada. —Demasiado. —declaró. —De cada faceta que conozco. De padre, de esposo y las que no son tan lindas. —mencionó con ilusión. —Esas no las conozco, pero me gusta escuchar que estás feliz. —exclamó pensando en dos niños que serían su adoración también. —Sigo diciendo que esos nombres son muy buenos. Solo llamarlos así, sin conocerlos, impone. —Sólo sé que ya amaré llamarlos así. —contestó Kiara totalmente enamorada de los nombres que junto a su esposo habían decidido que eran los adecuados para sus gemelos. Además que escuchar más animada a su hermana fue tranquilizador.—Si a ellos les gustan los tomates, t
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 8.
—Iré ahora mismo. No te alejes de ella. —dijo Kenneth encriptando su computador para buscar su saco en el perchero. —Se ve muy asustada. —¿Pudiste verle el rostro al tipo? —quiso saber. —El cuerpo de tu monja me bloqueó la vista. Sólo vi que vestía con traje y eso no es algo que sea exclusivo de uno en este lugar. —mencionó comiendo frente al lugar de trabajo de Evelyn.Le dijeron que no le quitara los ojos de encima, pero no podía estar en la tienda cada minuto. Por lo que tuvo que arreglárselas para verla en todo momento. —No te alejes. No le hagas tantas preguntas, Beck, eso le asustaría más. —dispuso abriendo la puerta. —¿A dónde vas? —la pregunta de su hermana fue lo primero que escuchó cuando la vio de frente. —¿A quién debe cuidar, Beck? —Debo salir en dos minutos hacia mi Jet. No estoy para preguntas. —pasó de largo. —¿Tienes a alguien más que cuidar? —lo siguió. —Últimamente te gusta mucho cuidar del mundo entero. La vez anterior fue una monja. Ahora ¿qué es? ¿La madre
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 9.
Desde ese punto para Evelyn fue imposible pensar con claridad, las manos de Kenneth absorbía su cuerpo con una lentitud tortuosa, a la vez que su boca se apoderó con verdadero gozo de sus labios. El mueble donde la colocó se deslizó un poco debido a la fuerza que, Kenneth trató de controlar, pero su pulso desenfrenado le impidió hacerlo. Sus labios se deslizaron por la piel delicada e intacta de Evelyn, mientras ella cerraba los ojos imaginando cuántas veces podría ir al infierno por cometer tal pecado. Pero ya no era una monja y eso, de alguna manera ayudó a liberar las culpas. Aunque para expiar la profanación a su cuerpo no existía nada. No cuando el demonio a quien le dio vía libre, parecía tan encantado con la vista de ella sin poner barreras. Quemaba. Su piel ardía. Su mente tenía un muro que le impedía ver con razón y sus manos solo le pedían a Kenneth no alejarse tanto tiempo. Lo liberó de la camisa que casi arrancó por la prisa, pero pudo hacerlo para ver el abdomen escu
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 10.
Los labios de Evelyn se pasearon sobre su mejilla, logrando que los ojos de Kenneth se abrieran para ver el rostro de la mujer que se trataba de acomodar en ese sitio, pues estaba tan cómoda que no quería salir de la cama. Él sintió la piel desnuda rozando la suya y no era buena idea, porque podía ver gestos de dolor cada vez que se movía. Debía controlar su hambre por esa inexperta mujer, pero era inevitable hacerlo cuando tan solo verla ya representaba una imagen estimulante para él. Sus labios la buscaron y Evelyn no se negó a ello, dejando que cada caricia que ahuecaba su rostro, la volviera muy sensible a las mismas. La subió sobre su cuerpo, deslizando la mano por su espalda desnuda, bajando a sus caderas que alzó un poco para hacer que la unión de sus piernas estuviera directamente sobre su falo endurecido. Las venas dolieron cuando el calor de dicha zona lo envolvió, Evelyn contuvo su aliento, pues las secuelas de su noche con él estuvieron más que frescas en ese sitio.
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 11.
Kenneth golpeó la puerta de la casa, esperando que alguien la abriera. La espera se prolongó más de lo que había anticipado.Había regresado recientemente de Suecia, donde los problemas con su hermana parecían no tener fin. A pesar de su trabajo, Wanda seguía siendo irresponsable, moviéndose por la ciudad como si nadie pudiera dañarla. Había tenido que pedir a alguien que la buscara, ya que siempre encontraba la forma de ponerse en riesgo y escapar de la vigilancia.—¿Evelyn no salió contigo? —Santos, fue quien lo recibió en la casa, aunque lo confundió con su pregunta. —¿Salió de la casa? —la respuesta de Kenneth no le gustó. —Estoy tratando de averiguarlo. Le dije que no lo hiciera, pero llevo diez minutos buscándola y no aparece. —señaló limpiando sus manos de la sangre que tenía en las manos y en lo que se fijó el sueco. —Estoy seguro de que no salió, ya que la ventana con mejor visibilidad desde la habitación da a la calle, y no he visto ningún movimiento.Santos sugirió revisa
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 12.
Evelyn fue la primera integrante de “la cosecha especial”, que llegaría esa misma noche, pero no la única.Aunque aún no despertaba, su preparación era el deber de quienes ya tenían más tiempo en ese lugar. No debían esperar órdenes porque ya sabían qué hacer con ella y el tiempo no podía perderse, sabiendo que más llegarían.Le cambiaron la ropa, limpiaron su cabello y maquillaron lo mejor posible con lo que tenían a mano.Cuando estuvo lista, la cubrieron con una manta, conscientes de que el somnífero que le habían inyectado no le permitiría despertar tan rápido.Las puertas se abrieron y cada una se encogió en las esquinas cuando tres de los Kall de K’naan entraron cargando, cada uno en sus hombros a una chica más. Nadie se atrevió a alzar el rostro; nadie lo tenía permitido. De forma nada agradable aprendieron que era mejor no desafiar a ninguno de ellos.Las literas fueron ocupadas por las nuevas jóvenes que dejaron en sus sitios para luego marcharse. La habitación era extensa, p
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 13.
—Es mejor que la sueltes, porque no es la primera vez que la secuestran y te puedo asegurar que no querrás tener a quienes han ido por ella cuando ha pasado. —Evelyn trató de mitigar el interés en la chica que reconoció. Pero ella no dejó de hablar. —Tiene amigos. Tiene… —¿Quienes son esos grandes amigos? — Freddie recibió la navaja que le entregaron en la mano. —Es familia de la mujer de Bastian Blackwood. Si la dañas ellos vendrán por tí. Te lo prometo. —aunque Wanda no era empática con nadie, pero sabía quién era Evelyn de cierto modo. Había descubierto la razón que tenía su hermano en ella debido a una llamada que escuchó y tuvo sentido al discutirla con Amalia. Era alguien importante para Kenneth. Ella estaba allí por no hacer caso a las advertencias, pero estaba segura que Evelyn, la monja que vio una vez llegando junto a su hermano, no lo buscó. —La mujer del Don alemán no tiene familia. —recordó Freddie K'naan al evocar las conversaciones que tuvo con Brandon Conde
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 14.
—Ay no puede ser. —En cuanto llevaron a Evelyn a la celda de nuevo, Berenice la atrapó en sus brazos para llevarla a la camilla. —Esos maldit0s…Necesito agua. Hay que limpiarla. Wanda le dio lo que pedía, sin saber de quién era lo que estaba tomando, pero en ese momento nada más importó que limpiar la herida que las hizo apartar el brazo más de una vez. —También te cortaron, niña. —le dijo Berenice al verle el brazo. —No es nada. Ella es importante. —se concentró en poner algo que no fuera a lastimarla sobre las heridas, pues tampoco querían lastimarla más. —En dos horas debe estar lista para llevarla a subastar. Así que pongan más empeño en que esté perfecta para entonces. —Wanda estuvo a punto de lanzarse contra la puerta, pero el brazo de Evelyn la detuvo. —Tiene corriente eléctrica. —dijo con la voz temblorosa. —No te arriesgues más. —Deja de pensar en mí, ¿vale? —se enojó. —Sé que lo hiciste por mí allá afuera y no…No debías hacerlo. No me gusta deber… —No me d
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BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 15.
—Debe haber una forma de salir de aquí. Una rendija, una forma de…Algo. —dijo Wanda moviéndose sin tocar la puerta, le parecía imposible que no hubiese una fuga de ideas para salir de ese lugar. —No pierdas tiempo, niña. Ya buscamos y no hubo nada. Jamás. —dijo Berenice sentada en la litera. —De haberlo no serviría de nada. Hay unos 100 Kall allá afuera y serán quienes te van a recordar porqué es mejor ni intentarlo. —¿Cómo los aguantas tanto?—Para ellos valgo una follada. Para mi esa follada representa vivir más tiempo. —amarró su cabello con las mismas hebras. —Aunque me repugnan. Puedo vivir un poco más. Jamás tuve nada cuando vivía en la calle y ahora, lo que ves es lo único que puedo considerar como algo cercano. Es todo lo que conozco. —¿Cómo te capturaron? —cuestionó Evelyn y Berenice encogió los hombros. —El perro de Bell me prometió conseguir un trabajo en un sitio de subastas. —rió con amargura. —Le creí. Lo seguí y me di cuenta muy tarde que el objeto a subastar sería
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