—¡Basta! — dijo Silvio fríamente, —El niño está en tu propio vientre. Si realmente quieres abortar, nadie te detendrá.—Silvio, — Camila lo miró muy incrédula, como si no esperara que él dijera algo así.—Este niño, tú sabes perfectamente de quién es. Mi silencio no significa entonces que puedes hacer lo que quieras.—Yo... aquella noche, ¿acaso lo has olvidado? Este niño es... es producto de esa noche, — explicó Camila tristemente entre lágrimas y sollozos, —Solo eres tú para mí, no hay nadie más.—Está bien, sal de aquí.Silvio frunció el ceño. Antes pensaba que Camila era obediente, pero ahora veía que sus deseos eran demasiado grandes, superando así sus expectativas.Camila quería decir algo más, pero al ver la fría expresión de Silvio, no se atrevió y salió resentida.En el momento en que cerró la puerta, sus ojos revelaron una luz calculadora.Aunque esa mujer no tenía muchos vínculos con Silvio, siempre estuvo en su mente. El interés de Silvio en ella nunca disminuyó, lo que le
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