El abuelo se levantó del sofá con furia, asustando a Yago, quien corrió de vuelta a los brazos de Jazmín, temblando de miedo, y empezó a llorar.—Mamá, tengo miedo— dijo.Jazmín reaccionó de inmediato, agachándose para secar las lágrimas de Yago con ternura y mirando a Ezequiel con resignación. —Ezequiel, señora, lo siento, creo que será mejor si me llevo a Santiago— dijo.—No puedes irte— intervino Miranda, mientras que Ezequiel también hablaba con labios apretados. —No necesitan irse. Esperen un momento, todo se resolverá pronto.Dando la espalda, miró fríamente hacia la puerta, donde estaba parada Aurora. Ella había llegado justo a tiempo para presenciar la escena anterior. Todos en los Mendoza, excepto el abuelo, ya habían aceptado a Jazmín y al niño. Incluso estaban dispuestos a dejar que se fueran sin completar el proceso de divorcio.—Nena— llamó el abuelo.Al escuchar su voz, Aurora volvió en sí, sonriendo ligeramente mientras caminaba hacia adelante con sus tacones altos. —A
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