Ellis llegó al restaurante Williams & Williams, acompañada por Mauricio, su conductor y guardaespaldas. Él extendió la mano para ayudar a Ellis a salir del SUV. — Ah, Mauricio, gracias por la ayuda. Estos tacones altos no son tan fáciles de manejar —comentó Ellis, sonriendo.— Siempre a su servicio, señora Amorielle —respondió Mauricio. Ella entró al establecimiento, sintiendo las miradas curiosas de sus antiguos colegas y su antiguo jefe, Charles Williams. El exjefe se acercó a ella con una sonrisa juguetona.— ¡Vaya, vaya, si no es la pródiga Ellis! Parece que has pegado el golpe de suerte, ¿eh? —dijo Charles en tono relajado. Ellis sonrió y respondió:— Ah, si tan solo fuera cierto. Pero es bueno verte, Charles. ¿Una mesa, por favor?&m
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