Esta frase hizo que Andrés se detuviera instantáneamente.Sus ojos cambiaron ligeramente, claramente impactados por sus palabras.—¡Te atreves!Selene sonrió levemente, —¿Olvidas, don Andrés? Ya he muerto una vez, ya no tengo miedo de nada. ¿Qué no me atrevería a hacer? ¿Recuerdas por qué quedé atrapada en el incendio? ¡Fue tu obra!—Selene, has ganado— él sonrió amargamente, con cuidado la soltó, temiendo lastimarla.Selene, una vez con los pies en el suelo, se sintió un poco débil. Se mantuvo firme y no dijo nada más, pero notó el cambio en su expresión.En ese momento, él parecía solitario y melancólico.Selene, al verlo así, sintió un pellizco en el corazón.Pero rápidamente desvió la mirada y, al girarse, dijo fríamente: —Don Andrés, te repito lo mismo, nos veremos cuando nos veamos.Si las palabras pronunciadas pudieran hacerse realidad, ella esperaba que realmente pudieran encontrarse de nuevo, pero eso era todo.Con los ojos ligeramente enrojecidos, tal vez por el fuerte vien
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