Eliana no sabía cuánto escuchó Hilario de lo que acababa de decir. Y Deva estaba tan asustada que no podía dejar de temblar, sintiéndose como si estuviera en una cueva de hielo. No esperaba que Hilario viniera al hospital: «¿Ha escuchado todo lo que dije?»—Repita lo que has dicho, ahora.Deva abrió la boca para explicar, pero estaba tan nerviosa que no pudo hablar. Frente a Hilario, ella siempre había sido santa, débil e indefensa. Era la primera vez que se quitaba la máscara—No se atreve a decirte la verdad. Es una gallina.—Hilario, no me malinterpretes. ¡Solo estaba bromeando con mi hermana! —se acercó al hombre con lágrimas en los ojos y trató de sostener su brazo. Pero Hilario se apartó a un lado. —Hilario, soy inocente. ¡Te equivocas conmigo! —exclamó Deva.—Esa noche, ¿fuiste tú o no?Deva ya no podía fingir más y no respondió. Sabía que, de acuerdo con su carácter, definitivamente verificaría la verdad del pasado. Cuanto más decía ahora, más equivocada estaba. Hilario ya sa
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