—Ja ja ja ja, Eliana Dolores, ¡qué fuerte eres! ¿Sigues luchando?—¡Si mueres, Hilario será mi hombre!—No te preocupes. Tu marido no se entristecerá por tu muerte. ¡Porque solo me ama a mí!—¡Ja, ja, ja! Como ves, soy más hermosa, más inteligente y más indigna de amor que tú.La voz de Deva, junto con los gritos de Eliana, resonaron en la sala. Deva cerró los ojos y bajó la cabeza, sabiendo que ya no tenía ninguna posibilidad de argumentar. Hilario miraba a su esposa en el vídeo, atada y luchando, sintiéndose como si alguien estuviera cortando su piel y extrayendo su sangre.El vídeo terminó y la policía volvió a preguntar:—Deva Dolores, ¿es real este vídeo?Deva levantó la vista, pero no contestó.—Deva Dolores, responde honestamente a la pregunta.—Sí, es real.—Bueno, Deva Dolores, estás detenida por el homicidio voluntario de Eliana Lucero.Mirando las esposas en sus manos, Deva se dio cuenta de que había fracasado y su hermana había ganado.—¿Por qué has llegado hasta aquí? Deva
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