—Sí.—¡Qué bien! ¡Podéis venir juntos!—Esto lo dejamos para después. Lo más importante para ti es mantenerte sano, ¿entiendo?—Sí.—Devuelves el teléfono al tío Marc, ¿bien?—Bien. Buenas noches, mamá. Un beso.—Buenas noches.Eliana colgó, sabiendo que otra vez había defraudado a su hijo. Mateo no había visto a su padre y tenía una fantasía sobre un gran padre. Además, a medida que Mateo crecía, esa fantasía se volvía cada vez más irreal. Esto hizo que Eliana tuviera aún más miedo de dejar que su hijo se reuniera con Hilario, un hombre frío y egoísta que seguramente le arrebataría a su hijo, la única luz en su vida oscura. En el hospital de Estados Unidos, el niño miró por la ventana, con los ojos de niebla y de pérdida. Tenía la incómoda sensación de que su padre aún no se había enterado de su existencia.—¿Cómo va la charla? —entró Marc en la habitación.—Tío Marc, ¿puedes llevarme a ver a mamá?—Todavía no. Estás muy débil. Cuando recuperes, te llevaré a ver a mamá, ¿bien?—No qu
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