Si antes aún mantenía la esperanza, ahora Alina no entendía sus intenciones, estaría siendo una tonta. El chico volvió a entrar con una toalla, pero esta vez no se sentó, sino que avanzó hacia ella. Alina ya había bebido un poco, y además, su rostro estaba enrojecido por el baño. Se sentía más caliente. Cuando él entró como si nada, ella se dio la vuelta, respirando con dificultad, dándole la espalda, mostrando sus curvas. En ese momento, no podía creer que el chico hubiera actuado así. ¿Cómo pudo entrar así? Incluso si estaba ebrio, no parecía algo que él pudiera hacer. Pero luego, sintió cómo la suave toalla la envolvía cálidamente. El chico era muy considerado, la envolvió bien, y por un momento, Alina se aferró a una esquina de la toalla, sintiendo un gran alivio en su corazón. Estaba a punto de decir algo. Él la rodeó por detrás y, con el calor y el aliento embriagado del alcohol, la envolvió por completo. Inclinó la cabeza y mordió suavemente el
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