- Cálmate nena, cálmate Olivia, por favor, estás a salvo, nadie puede hacerte daño, te voy a proteger cariño, por favor vuelve a mí, por favor…- le repetía Lucian con paciencia infinita y cariño, a la mujer que gritaba y lloraba sin consuelo en su cama y él la abrazaba, para protegerla de los fantas
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