No esperaba nada fuera de lo común cuando fue a la sala de juegos dos semanas después. Quería saludar a Hasan y Jamila, como ya era su costumbre, y por supuesto quería ver a Luna, aunque tuvo cuidado de no pensar demasiado en ello.De cualquier manera, no esperaba que la sala de juegos estuviera vacía, ni tampoco esperaba escuchar la voz de Luna, suave y desesperada, filtrándose desde las habitaciones de más allá. A pesar de sí mismo, a pesar de todo lo que se decía a sí mismo de que ella ya no lo afectaría, Hafid se encontró caminando hacia adelante, listo para luchar con lo que fuera que la había hecho sonar así.La encontró en el pasillo, sosteniendo a Hasan en equilibrio sobre su cadera y frente a la puerta de Jamila.—Jamila, cariño, sé que estás molesta y tienes todo el derecho a estarlo, pero no hay nada que pueda hacer para ayudar hasta que abras la puerta. Cariño, realmente necesito que me abras la puerta—.—¡No! —El grito de Jamila fue desgarrador y, con tristeza, Hafid pen
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