Cuando Manuel empujó la puerta y entró, María estaba distraída. Recordaba los momentos pasados con Nicolás, algunos dulces, otros reconfortantes, otros llenos de dolor y frustración, lo que le causaba una ligera melancolía.Por un breve momento de distracción, no se dio cuenta de que Sebastián la abrazaba firmemente, con ella acurrucándose en él.La entrada repentina de Manuel la tomó por sorpresa. María apenas tuvo tiempo de voltear la cabeza para mirarlo cuando lo vio acercarse sin expresión, estirar repentinamente un largo brazo y sacarla rápidamente de los brazos de Sebastián. Con un tono frío y una sonrisa burlona, dijo: —Tu mujer está afuera, si quieres abrazarla, hazlo, ¡pero nunca te atrevas a codiciar a mi chica!La actitud dominante y autoritaria de Manuel la dejó atónita. Era la primera vez que él afirmaba su relación delante de los demás de esa manera. Normalmente, una actitud tan dominante habría irritado a María, especialmente al principio de su relación con él. Pero en e
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