A la una de la madrugada, en la suite VIP del último piso en el bar Nocturno Encanto.El hombre de aspecto fascinante, con una figura imponente, se hundió profundamente en el suave sofá de cuero. Con una expresión fría y penetrante, había estado allí durante casi una hora, bebiendo copa tras copa sin decir una palabra.Luis frunció el ceño y, con una voz suave y preocupada, dijo: —Manuel, sé que estás de mal humor, pero beber en exceso puede ser perjudicial para la salud. Deberías parar ya.El hombre levantó ligeramente los párpados, le lanzó una mirada indiferente, sin cambiar su expresión. Levantó el vaso de vidrio transparente en su mano, agitando la mitad llena de líquido rojo. Inclinó su barbilla sensual pero dura hacia arriba, bebiendo cada gota de esa bebida con determinación.En el silencio total, en la esquina donde estaba sentado, se acumularon una serie de botellas vacías en la mesa, evidencia de que realmente había bebido bastante.Santiago, originalmente acurrucado en la c
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