Antoni en el marquesado junto a su padre en el despacho de este, se encontraba un poco pensativo, no entendía cómo sus hombres no eran capaces de comunicarse con la gente del imperio vecino, aunado a eso algunos no habían regresado, por supuesto que el culpable de esto era el emperador de ese lugar.—¿Qué te pasa? —le preguntó su padre tras el escritorio, quien se encontraba arreglando unos asuntos del marqués, este miró fijo a Antoni —¿Qué has estado haciendo? Se que has enviado a hombres fuera del marquesado y que algunos aún no regresan, pero eso parece no detenerte.—Estoy ayudando a la señorita en algunas cosas, aunque le he dicho que se detenga no lo hace.—¿Hasta cuándo seguirás con esto? Sabes que esa mujer jamás se fijará en ti, tú solo significas una descarga para ella.—Papá, no hables de esa forma de ella, el marqués puede ir contra ti.—Solo digo la verdad, tú eres mi hijo y me preocupo por ti. Temo que por ella seas capaz de morir cuando nisiquiera es tu pareja destinada
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