Después de reconocer quién era, Emiliano frunció el ceño y dijo: —Pasa.Juliana, una vez obtenido el permiso, entró en la oficina y preguntó: —¿De qué están hablando?Sergio no le prestó atención, se frotó la nariz y miró a Emiliano, diciendo: —Entonces me voy, total, no puedo ayudarte en nada.A él
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