SebastiánTodo era muy confuso. Había llevado a los niños a dar un paseo a caballo, al que Soraya no quería ir. Aunque era extraño, preferí no molestarla. Apenas regresé, sentí su ausencia. La casa estaba vacía, ni siquiera estaba mi madre.Llamé y envié varios mensajes, ninguno fue contestado. Pasaban las horas y la preocupación seguía ahí. Incluso llamé a Diogo Valadares, que negó con vehemencia que estuviera con ella. No me lo podía creer. Las únicas personas con las que Soraya tenía contacto eran su familia, que incluía a los niños y a mí, y su amigo Diogo Valadares.Para resolver esta historia, pensé que lo mejor era llevar a mis hijos a casa de una amiga del colegio. Ashley era una mujer de 30 años a la que no le importó quedarse con mis hijos unas horas. Después, me despedí de ellos y me dirigí a casa del abogado Valadares.Por mi cabeza pasaban muchos pensamientos, uno de ellos era el miedo a encontrarme a Soraya en la cama con otro hombre. Eso no podía ocurrir. Confié en esa m
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