Después de la patada que le dio hace un momento, Adriana sintió que toda la frustración acumulada durante la noche se disipó.Si no fuera por la situación y el momento inapropiados, habría querido reír a carcajadas.Ella hizo un gesto de desdén y, en lugar de ofenderlo por completo, planeó dejar la habitación envuelta en su manta.Sin embargo, de repente, sintió que su tobillo era agarrado por el hombre, y él tiró suavemente de ella, haciéndola caer en sus brazos.Adriana soltó un grito de sorpresa mientras caía, junto con la manta, y terminó en sus brazos.Sus frentes chocaron, y ella frunció el ceño de dolor.Omar, sin embargo, parecía no sentir el dolor. Con una mano, rodeó la parte posterior de su cabeza, obligándola a mirarlo.Cuando sus miradas se encontraron, Adriana se sorprendió al descubrir que a pesar de la patada que había recibido, la lujuria aún no se había disipado de su mente.Él apretó su barbilla y bajó la mirada hacia sus labios rojos y carnosos.—¿Estás sintiéndote
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