Sin embargo, por precaución, dijo: —En ese caso, llamaré a Esteban para saludarlo. ¿Te importa, pequeño joven?—Por supuesto, Dámaso, adelante, señor. — Simón sonrió.Dámaso afirmó con la cabeza, se dirigió a un rincón, rodeado por la multitud, y comenzó a llamar por teléfono.Un momento después, Esteban respondió al teléfono, y Dámaso dijo rápidamente: —Esteban, ¿te estoy molestando?—Estaba a punto de hacer una siesta, ¿qué pasa, Dámaso?—Lo siento, Esteban. Hay un joven llamado Simón que vino a verme y transmitió una advertencia tuya. Quería informarte personalmente, te prometo que no olvidaré mis principios, seré íntegro en mi cargo y trabajaré para el bienestar de la gente. No olvidaré nunca tu enseñanza y tu favor hacia mí.—Sabes lo que haces. Ya me he retirado, pero lo que más me preocupa son personas como tú. Ahora, ocupas una posición muy elevada. Cada palabra y acción tuya representa la imagen del país, afecta la vida diaria de la gente. Si te metes en graves problemas, no s
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