Ivette refunfuñó con desdén, soltando sus dos espadas que volaron con llamas a ambos lados, cortando hacia Sarita.Sarita emitió una risa apagada mientras su espada de sangre formaba un escudo de poder a su alrededor, desviando hábilmente las espadas que venían hacia ella.En ese momento, la energía espiritual de Ivette se disparó, y con las manos juntas, exclamó: —Toma esto.Las dos espadas, bajo el control de Ivette, se movieron como mariposas a través de las llamas, llevando consigo una energía furiosa. Con una velocidad relámpago, cortaron a Sarita desde diversas direcciones.Sarita rugió salvajemente, ignorando por completo las espadas que se le acercaban. En lugar de eso, se lanzó al aire hacia Ivette, blandiendo su espada.En ese momento, Ivette, debido al uso de su habilidad, no podía moverse. Mientras el filo de la espada de Sarita estaba a punto de alcanzar a Ivette por completo, ella gritó: —Escudo.Con esas palabras, su armadura de batalla repentinamente se expandió, forman
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