Roberto se sonrió entre dientes y le sirvió un café a Simón, diciéndole: —¿Cómo llegaste hasta aquí, Miguel no vino acaso contigo?—Mi hogar está aquí. Vine a visitar la tumba de mi abuelo. Miguel tiene sus propios asuntos, generalmente no estamos en contacto, — respondió Simón, evitando hablar demasiado sobre su relación con Miguel, ya que ambos tenían identidades bastante especiales.Roberto afirmó con comprensión, mostrando una expresión de repente iluminada, y dijo: —Ah, ya veo. Será muy bueno que regreses cuando tengas tiempo.—Por cierto, escuché que hay una fábrica de alimentos aquí, ¿vinieron por eso? — preguntó Simón.Al escuchar esto, Roberto se rió y dijo: —Exactamente, vinimos específicamente por eso. Esta mañana revisamos las condiciones de higiene en los alrededores, y esta tarde estamos programados para visitar Delicias Mediterráneas Foods.Francisco se tambaleó un poco, agarrándose al respaldo de la silla para no caerse.Alberto, por su parte, palideció, casi desmayándo
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