Después de regresar a casa con su herida, Salvatore se ha recuperado casi por completo. Una vez que su padre, le da autorización para retomar su vida normal, decide ir al banco donde envían el cheque a su madre, quien cree que proviene del doctor Rossi desde América. Como le había mencionado anteriormente, se trata de un banco en el área de Monti, con el nombre de Nueva York, lo que causó la confusión en Elvira.— Buenos días —saluda alegremente a la recepcionista, quien le devuelve el saludo con una sonrisa.Explica el motivo de su visita, pero para su sorpresa, la joven le informa que la dueña debe acudir personalmente ya que se trata de información confidencial. Salvatore intenta explicarle la situación de su madre, pero la empleada se mantiene firme. Agradece y se aleja de la ventanilla desilusionado.Sin embargo, una idea surge en su mente. Monta en su auto y se dirige rápidamente al banco de Romano, su padrino. Entra directamente a su oficina.— ¿Padrino, puedo pasar? —pregunta
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