En silencio, Aurora sigue enfrentando esos ojos furiosos.— ¿Estás huyendo, mon amour? — Él pregunta en francés, haciéndola apartar la mirada.— Yo, yo...— ¿Realmente pensaste que podrías escapar de mí? Eres mía, pelirroja, quieras o no, te casarás conmigo. ¿Sabes por qué? — Ella lo mira con ojos brillantes de odio. — Porque tu padre te vendió a mí, para que te cases conmigo. — Él brama y Aurora siente que sus ojos se humedecen. — Eres una zorra, ¿iba a encontrarse con tu amante, no es así? — Él dice y siente su rostro arder por la bofetada que recibió.— No tienes derecho a hablarme así, desgraciado. No soy tuya, suéltame, idiota repugnante. — Ella habla sintiendo cómo aprieta su brazo.— Tengo todo el derecho, firmaste un papel prometiéndolo, ¿no recuerdas? — Ella lo mira con los ojos llenos de lágrimas, pero hace todo lo posible por mostrarse fuerte. — ¡ERES MI PROMETIDA, CARAJO! Y no, no vas a escapar de mí, maldita, vas a volver a casa y te vas a casar conmigo, como se acordó en
Leer más