— Seguramente tienes hambre, ¿Por qué no desayunamos? Tengo algo que te ayudará con la resaca. Sin embargo Kate lo detuvo cuando le pasó por el lado. — ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó. — Es decir, es normal que quiera conocer el nombre de la persona que me salvó ayer, aunque si no me lo quieres decir no hay problema, espero no creas que estoy siendo muy... — Aspen, me llamo Aspen. — La interrumpió, su bonita sonrisa consiguió avergonzarla de alguna manera. — ¿Y tú cómo te llamas? Finalmente, cuando la luz del foco que no estaba fundido le dio a la cara, Kate pudo mirar el café en sus mirada brillante y el negro en su cabello alborotado. — Kate... — Balbuceó. — Mi nombre es Kate. — Entonces, Kate, mucho gusto, ¿Qué te parece si desayunamos? — Le preguntó con una dulce sonrisa, una sonrisa tan amable que casi la hace desfallecer. — Sí, vamos. Incluso la cocina de Aspen era sencilla, tenía una mesa con una sola silla, puest
Leer más