Estos títulos no solo eran un respeto hacia ellos, sino también un consuelo por Flor, la inocente que perdió su vida, y una manifestación del amor universal de Patricio.Este hombre, que no temía a nada en la ciudad Fluvial, era visto por todos como distinguido y dominante, pero solo frente a mí mostraba su lado gentil, dejando atrás su frialdad.Incluso con las personas a mi alrededor, era extremadamente amable.Me lavé la cara obedientemente, tratando de lucir más animada.Luego, me acerqué a Patricio, levanté la mirada hacia él con una sonrisa juguetona y le dije: —Volvamos a casa.Al oír mis palabras, Patricio se emocionó profundamente, me abrazó fuertemente y me respondió: —María, me siento tan afortunado. He esperado y anhelado este día durante muchos años. ¡Cada día he deseado llevarte a casa conmigo!Me acomodé confortablemente en sus brazos, apoyando mi rostro en su pecho, pensando: «resulta que este apuesto hombre es mi esposo.»En ese momento, deseaba ardientemente recordar
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