No podía creer lo que mis ojos veían, así que me los froté y miré hacia él. ¡Era realmente Igino!¿Cómo podía estar aquí?Involuntariamente, giré mi cabeza hacia Luciana.Pero Ivanna estaba aún más ansiosa que nosotros y le preguntó: —¿Qué haces aquí?Igino ni siquiera le prestó atención a Ivanna, su mirada se fijó en Luciana. Su boca temblaba, demostrando una emoción incontenible.La mano de Luciana, que estaba enlazada en mi brazo, se apretó fuertemente, con tal fuerza que no pude evitar sentir un leve dolor.Mis ojos estaban clavados en Igino. Hacía tiempo que no lo veía, y parecía otra persona, mucho más delgado.—Luciana, ¿por fin regresaste?Su voz temblaba, y vi cómo sus manos colgaban a los lados de su cuerpo, apretadas con inseguridad. Era evidente su nerviosismo.Luciana lo miró, su boca se contrajo de manera poco natural, pero rápidamente recuperó la calma.Sonrió levemente y le respondió: —¡Ah, eres tú! ¿Estás bien?—No, no estoy bien. ¡Nadie me dijo a dónde habías ido!En
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