Instintivamente, grité mientras caía rápidamente, como en una escena de pesadilla recurrente, donde siempre me veía siendo devorada por la oscuridad.Al caer al mar, me ahogué instantáneamente. La oscuridad inmensa parecía tragarme en una gran boca, el frío del agua me envolvía, dejándome sin escapatoria...No sabía nadar y esa caída inesperada me llevó a la desesperación. Luchaba inútilmente, mientras mi cuerpo seguía hundiéndose.En ese momento, sentí un brazo rodeándome firmemente, empujándome hacia arriba.Fue una larga oscuridad y silencio, hasta que pareció que alguien me llamaba: —...María...—...María!Cuando desperté, estaba en los brazos de Patricio. Me miraba con angustia y, al verme toser y despertar, me preguntó con urgencia: —María, ¿cómo te sientes? ¿Hay algo que te duela?—...Frío.Temblaba y aún estaba nerviosa, agarrándolo fuertemente, realmente tenía mucho frío.Patricio ajustó la chaqueta que me envolvía y me levantó en brazos, dando instrucciones a alguien cercano:
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