El timbre seguía sonando, una y otra vez, cuando de pronto, con un sobresalto, me apresuré a vestirme y bajar las escaleras. Patricio, despertado por el ruido, me miró con ojos somnolientos. Le dije en voz baja: —¡Tú sigue durmiendo un poco más!Mientras bajaba rápidamente, mi mente giraba en un torbellino de preguntas. ¿Quién podría ser a estas horas, tocando el timbre con tal frenesí? Ese acto me llenaba de una inquietud insoportable, deseando que no fuera el presagio de otra calamidad.Al mirar por la mirilla, descubrí, para mi asombro, que era Sonia quien tocaba. Un entendimiento instantáneo cruzó mi mente sobre la situación.Me tomé un momento para reflexionar, y luego pulsé el botón para abrir. En un abrir y cerrar de ojos, Sonia estaba ya en la puerta. Con una mirada fulminante, me empujó a un lado y entró de un salto a la casa.Observé su figura enfurecida adentrándose en la casa, y no pude más que sacudir la cabeza, resignada a la situación.Apenas entró, Sonia comenzó a vocif
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