Capítulo 446 El Sabor que Hacía Tiempo No Probaba
Luciana se despidió de nosotros en la entrada del hospital. Con una sonrisa algo triste, me dijo: —María, no volveré contigo. Debo regresar a casa, ya han pasado casi 48 horas.

Esa sonrisa melancólica reflejaba su realidad: aunque tenía un hogar al cual regresar, ¿realmente aún podía considerarlo suyo? Nadie podía definirlo.

Subí al coche con Patricio, quien me miró de reojo con una sonrisa insinuante y me preguntó: —¿Quieres ir a la Sierra Madre del Sur o a la Residencia Esplendorosa?

—¡Por supuesto a la Residencia Esplendorosa!— le respondí, sintiéndome un poco avergonzada y evitando mirarlo directamente.

Nos dirigimos a la Residencia Esplendorosa.

Patricio, sin dudarlo, también bajó del coche y me siguió dentro de la casa, quitándose el abrigo y dirigiéndose directamente a la cocina.

Lo seguí rápidamente y le sugerí: —¿Por qué no descansas un poco? Podemos comer algo sencillo, como fideos.

Él se volvió hacia mí y propuso: —Ve a darte una ducha. Yo cocinaré.

Entonces recordé pregunta
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