Al ver un halo enigmático aparecer fugazmente en los ojos de Patricio, seguido por un tono severo, él me dijo: —María, no puedo creer que seas tan tonta.Sus palabras cortaron mi aliento, otra vez diciendo que era tonta.Le respondí de la misma manera: —Para ti soy tonta, por eso ignoras mis sentimientos, haces lo que te da la gana sin pensar en los demás. Patricio, eres tan arrogante, ¿acaso ves a alguien más aparte de ti mismo? ¿Entiendes que los demás también tienen pensamientos, dignidad y derechos?De repente, me sentí muy agitada, una agitación que nunca había sentido antes.—Sí, soy tonta, tan tonta que tú y tu gente me ven como una idiota, me manejan a su antojo, y aún así, me preocupo por tu seguridad hasta perder el sueño. Soy tan tonta que prefiero herirme a mí misma con tal de seguirte el juego. Soy tan tonta que casi pierdo la vida por ti.De repente, vi que sus ojos se tornaron vacíos, y sus manos se apretaron ligeramente.—Pero, Patricio, quiero saber si eres un caballer
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