Cuando esa bofetada impactó en mi rostro, sentí un ardor agudo y la sangre caliente brotó instantáneamente de mis labios.Al ver eso, Dulcita se lanzó y se aferró a mi pierna, llorando a mares.Me puse de pie y, cubriendo mi rostro mientras, miré fríamente a Hernán. —¡Por fin revelaste tu verdadera naturaleza!Él abrió los ojos de par en par mientras un destello de pánico pasaba por su cara, pero al segundo siguiente, Sofía se acercó a mí de manera pausada. —María, si sabes lo que te conviene, devuélveme mis cosas ahora, ¡o te la pasarás mucho peor que ahora!—¡Ni en tus sueños! —rechacé con firmeza— ¡He sido más que cortés con ustedes! Hernán, recuerda esta bofetada, te la haré pagar el doble en el futuro.Dicho eso, estaba a punto de inclinarme para levantar a mi hija llorosa cuando, inesperadamente, Sofía me amarró del cabello, haciéndome casi tropezar.Dulcita, ante esa escena, soltó mi pierna y empujó con fuerza a Sofía. —¡Suelta a mi mamá, mujer mala!A continuación, Sofía y yo c
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