Ximena se sentó en la cama y dijo: —Ven, entra.Liliana obedientemente se acercó y subió a la cama de Ximena, observándola detenidamente.Ximena, sintiéndose un poco resignada, le frotó la cabeza a Liliana y preguntó: —¿Por qué me estás mirando tan seriamente?Liliana no dijo nada, subió hasta la cabecera de la cama, encendió la lámpara y observó detenidamente.—Algo no está bien, mamá, tu cara está muy roja— dijo Liliana mientras ponía su pequeña mano en la cara de Ximena.—¡Mamá! ¡Tienes fiebre!— Exclamó Liliana sorprendida.Ximena se quedó un momento atónita. Realmente se sentía mareada, pero no se había dado cuenta de que tenía fiebre.Abrió el cajón, sacó un termómetro y se lo colocó en la frente para tomar la temperatura.Liliana se acercó para ver también y dijo: —¡Mamá! ¡Tienes treinta y ocho grados! ¡Debes tomar medicina!Ximena le dio palmaditas en la pierna a Liliana y dijo: —Liliana, sal primero. No es bueno si me contagias si es un resfriado.—¡Entiendo, mamá!— Asintió
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