Ximena rió, —Hermano, no era tan delicada. Ya estaba pensando en llamarte antes de que llegaras.Andrés, con una expresión cariñosa, dijo, —¿Podía perderme acaso?—¿Quién sabe?— bromeó Ximena.Andrés respondió, —Mi inteligente Xime no podía tener un hermano tonto. Vamos, subamos.Ximena asintió, —De acuerdo.En ese momento, al otro lado de la calle, las acciones de Ximena y Andrés fueron observadas por Alejandro, quien estaba sentado en el auto.Sus largos dedos se apretaron constantemente en su regazo, y su rostro se volvió gradualmente más frío.Mariano, al notar la situación, bajó la cabeza y miró a Leo.—Leo, ¿debíamos bajarnos? Hemos llegado.Leo, con la cabeza gacha y sin mucho ánimo, respondió.Al escuchar las palabras de Mariano, levantó lentamente la cabeza y respondió con una pausa lenta, —...bien.Mariano miró a Alejandro con entusiasmo.Bueno, ¡tenía otra oportunidad de hacer que Alejo sintiera celos!Mariano bajó del auto con Leo. Al ver que Alejandro no se movía, hiz
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