Cuando Clara dijo estas palabras, repasó todas las tristezas que había experimentado a lo largo de su vida. Solo cuando lo miró, sus ojos brillaron con lágrimas.Sabía que no podía confrontar a Diego de manera directa. Después de todo, habían sido amantes en el pasado, y ella conocía mejor que nadie su carácter. La estrategia más sabia era usar la suavidad para superar la fuerza.Su voz era calmada, sin quejas ni preguntas, y sus lágrimas en los ojos estaban en el punto justo.Las lágrimas podían causar repulsión, pero utilizadas correctamente, también podían convertirse en un arma.En este momento, Diego sintió su garganta seca y nació una sensación de culpabilidad en su corazón.—Lo sé. —dijo Diego, bajando la cabeza, con un toque de compasión en sus ojos.Sus manos se posaron en los hombros de Clara, y lamió sus labios antes de decir: —Sé que hemos tenido demasiados problemas en el pasado, y no podemos volver atrás. A partir de ahora, olvidemos lo que pasó con Violeta. Te quedarás a
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