Todos me sonreían y yo me sentía de cierta forma abrumada por tanta atención, pero, feliz porque no son como las personas frías y groseras que se escudan de su dinero, poder y que son alfas, para humillar a personas como nosotros al no estar en su misma clasificación.—En mi vida me han acusado de todo, menos de acoso. Así que dejen de exagerar y tú Jareth, deja de ser tan posesivo. Yo no voy a quitarte a tu pareja, yo tengo a la mía— se queja la señora Eda aferrándose a mi brazo.Eso, hace que madre e hijo entren en una disputa relacionando cada acción de ellos en una señal de acoso. Mientras ellos discuten el hombre que es tan parecido a Jareth que resulta imposible no relacionarlos, me sonríe y extiende su mano, para después colocar su dedo índice sobre sus labios, en señal de que haga silencio.Con cuidado, me alejo del agarre ya no tan firme
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