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Todos los capítulos de ¡Cuidado! Nuestro padre es gay: Capítulo 21 - Capítulo 30
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CAPÍTULO 21. VELADA PARA CUATRO
—Sería un honor que nos acompañen —indicó Cris—, concuerdo contigo, querido amigo, cuando somos más personas, la pasamos mejor, ¿no crees Briana? La chica se vio obligada a mirar hacia donde se encontraba el señor Arango con su acompañante.—Claro, no tenemos problema que nos acompañen —manifestó, y tomó del respaldo la silla para volver a sentarse, arrugó el ceño al ver que Carlos Alejandro y Cristian, se acercaron y también lo sujetaron para ayudarla.—Yo lo hago —dijo Cris mirando a Alejandro, quien se alejó de inmediato.—Es la costumbre —se justificó, tomando la silla de Rosa Lilia para ayudarla.—En eso tienes razón, eres un caballero —manifestó Lilia—, he visto que sueles ser atento con todos tus empleados. —Dirigió su vista con desagrado hacia la niñera.Briana presionó los labios para no reír.—Tiene razón, suele ser muy atento el señor Arango —respondió luego de ver que le ayudaba a Rosa Lilia a que se sentara.Cristina presionó sus labios, se dio cuenta del comentario mal
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CAPÍTULO 22. UN ALACRÁN A LA BOLSA
—No, claro que no —contestó de inmediato Carlos Alejandro y nuevamente se puso de pie para ayudarla a tomar asiento. Cristian regresó de la llamada que recibió.— Lamento la demora, era importante —indicó tomando su copa y bebió de golpe.— ¿Ocurre algo? —preguntó Alejandro al verlo visiblemente pálido.—Luego te cuento —contestó llevándose un bocado de la pasta que solicitó, observando un gran silencio entre las chicas. — ¿Me perdí de algo? —las señaló.Briana negó con su cabeza.—No, no sucede nada, estamos disfrutando de nuestra cena —manifestó.Carlos Alejandro estaba por preguntarles lo mismo, ya que desde que habían salido del tocador, el ambiente se sentía tenso.Al finalizar Cristian llamó al mesero para solicitar más vino.— ¿Desean algún postre? —preguntó el mesero.—Una panacotta de chocolate, por favor —solicitó Briana.Rosa Lilia rodó los ojos.— Ojala rebotes como pelota —susurró para ella misma.—Te encargo una tarta de frutas y un café —indicó Carlos Alejandro, Lilia
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CAPÍTULO 23. OTRA MUJER
— ¡Rosa Lilia! —gritó asustado, sujetándola con fuerza, para evitar que se diera un fuerte golpe en la cabeza. Con cuidado la acomodó sobre uno de los mullidos sillones. Colocó dos de sus dedos sobre su cuello e inclinó su rostro hacia su nariz para averiguar que estuviera respirando.«Sí, sí acércate más», Rosa Lilia pensó para sí misma, fingiendo aquel desmayo. Su aroma varonil, la provocaba a querer más. «Necesito respiración de boca a boca», se dijo a sí misma. «Vamos, no seas tímido».Al ver que no reaccionaba Carlos Alejandro, se dirigió al botiquín por un poco de alcohol y algodón.Daniela y Danilo observaron aquella escena, que por su puesto no les agradó en lo absoluto, distinguieron con claridad cuando Rosa Lilia abrió los ojos y se asomó con precaución por el respaldo del sillón, buscando a Carlos Alejandro, al escuchar un ruido desconocido, se volvió a acostar llevándose una mano al pecho, no podía evitar estar agitada por las atenciones que había tenido con ella; además
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CAPÍTULO 24. UNA PROMESA OLVIDAD
Los pequeños estaban por volver a replicar, antes de que su papá llegara a las escaleras, pero Briana los sujetó por los hombros y los vio a los ojos, bastó con que los mirara y moviera su cabeza de un lado a otro para que no dijeran más.Daniela se cruzó de brazos, sintiendo como su pecho subía y bajaba aceleradamente, estaba muy molesta por la decisión que había tomado su padre.—Solo será por unos días —Cristian intervino al ver su reacción—, tranquilos.— ¿Por qué no se va a su casa la intrusa? —gruñó Danilo abrazándose de él.—En la vida tenemos que aprender a ayudar a los demás —intervino Briana—, todo lo que hacemos por otros, nos hace una mejor persona. —Sonrió con cariño—. Vamos al jardín a jugar un rato —solicitó la joven.—¿Podemos jugar futbol? —indagó Danilo.—Sí, podemos jugar lo que quieran —respondió Briana.— ¿Juegas con nosotros tío?—Me encantaría, pero tengo algunas cosas que hacer —respondió con una afable sonrisa—. Los veo luego —se acercó a Briana y dio un beso
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CAPÍTULO 25. UNA BRUJA
Lo que acababa de suceder en el jardín de los Arango, fue algo que ninguno de los dos podían ocultar. La mirada de Carlos Alejandro brillaba, como si un par de estrellas hubieran bajado del cielo y se incrustaran en sus grandes orbes, destellaban una gran luz, que no poseía. Briana por su parte se derretía por él, su facciones denotaban una gran ternura, anhelaba sentir un cariño que nunca había experimentado por nadie, ninguno de los novios que había tenido le había hecho sentir mariposas en el estómago, como la imponente presencia de aquel apuesto hombre.—Vayan por el balón —gritó con fuerza Daniela.Aquellas palabras los hicieron salir de la burbuja en la que se encontraban, Carlos Alejandro sacudió su cabeza.— ¿Te encuentras bien? —indagó poniéndose de pie, además de estirar una de sus manos para ayudarla a ponerse de pie.Briana entreabrió los labios ante las desconocidas sensaciones que despertaba en todo su ser.… —Estoy bien —respondió titubeante, con las mejillas con un li
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CAPÍTULO 26. ¿LA EDAD IMPORTA?
—Tu personal —respondió Rosa Lilia agitada.— ¿Mi personal? —indagó Carlos Alejandro con extrañeza. — ¿Por qué?, ¿qué problema tienes con ellos? —cuestionó después de servirse una taza con café y dejarla sobre la mesa.—La niñera, le solicité qué por favor me trajera un poco de café y fruta, y se negó.Briana ladeó los labios y sonrió al escucharla hablar, pues en ningún momento solicitó las cosas por favor, era una mentira, pero no dijo nada.Carlos Alejandro arrugó el ceño, se acercó para darles un beso en la frente a sus pequeños, sin poder evitar dejar de mirar a Briana y sentir que su corazón se agitaba al verla, suspiró profundo inhalando su dulce aroma.—Buenos días, mis amores —expresó con ternura y luego giró su cabeza hacia Rosa Lilia, quien llevaba una blusa en color esmeralda con un escote un poco más atrevido de lo que solía usar, no pudo evitar mirarla por unos instantes.Rosa Lilia mordió su labio inferior satisfecha, había logrado captar su atención, aleteó en repetida
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CAPÍTULO 27. OSCURO DESEO
Carlos Alejandro no pudo evitar soltar una gran carcajada, al ver el rostro de sus hijos, e inclusive el de la misma Briana.— ¡Por supuesto que viaja con nosotros!, en el contrato que firmó está estipulado que requerimos que nos acompañe.— ¡Si! —ambos pequeños festejaron con emoción y gran entusiasmo.— ¿Briana se puede dormir con nosotros en la habitación? —indagó Daniela.Carlos Alejandro comenzó a toser al escucharla, la realidad es que llevaba muchas noches soñando con ella, teniéndola entre sus brazos, haciéndole el amor.—No, la señorita Briana tendrá su propia habitación, la cual estará en el mismo penthouse en que nos quedemos.— ¿Podré dormir con ella? —indagó Daniela.—Estarás conmigo —comentó Carlos Alejandro.—Me gusta quedarme con ella, porque nos ponemos mascarillas y me encanta usar sus cremas y sus cosas. —Sonrió divertida—, además que ella me consuela cuando sueño con mi mami y luego no puedo dormir.Con esas palabras lo desarmó.—Está bien —Carlos Alejandro respond
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CAPÍTULO 28. SABOR A MUJER
—Vamos a la casa —Carlos Alejandro expresó con seriedad, abrazando a Rosa Lilia para llegar al interior, todos lo hicieron en completo silencio, solo que Daniela y Danilo entrelazaron sus manos de cada lado a Briana, percibiendo un ligero cambio en su actitud.Al ingresar el señor Arango ayudó a Lilia a llegar a su habitación, caminando despacio.—Voy a solicitar que te suban un té —indicó.—Gracias —comentó limpiando las lágrimas de sus mejillas.— ¿Necesitas algo más? —preguntó antes de salir.—Tu compañía —contestó liberando un par de lágrimas.—Vuelvo en seguida —contestó, saliendo de ahí. Al llegar a la cocina, observó a sus hijos con una taza de chocolate caliente sobre la mesa, estaban en silencia algo raro en ellos. Buscó a Briana por ahí, pero no la encontró y observó a Eleonor hablando con Joaquin, tomó asiento con los mellizos, se les notaba preocupados.Carlos Alejandro tomó la taza de Daniela y bebió un sorbo.—Está delicioso —manifestó. — ¿Por qué no lo toman? —inquirió.
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CAPÍTULO 29. CENICIENTA Y EL PRÍNCIPE AZUL
Los pies de Briana regresaron al suelo, estaba en puntillas para alcanzar los labios de él, su corazón latía agitado, no podía creer lo que acababa de suceder, aún apreciaba el delicioso sabor que había dejado en su boca Carlos Alejandro. Aleteó en repetidas ocasiones sus espesas pestañas, necesitaba saber que eso no era un sueño, por lo que sujetó su camisa con fuerza y volvió a acercarse a él, aspirando su delicioso aroma a cuero, madera y cítricos.No había duda, lo que acababa de suceder era real, la había besado, eran sus cálidas manos las que estaban sobre su cintura presionándola, al igual que las de ella aferradas sobre su camisa, lo observó descender una vez más hacia ella, «la iba a besar de nuevo», por lo que entreabrió los labios y se preparó para volver a emerger en aquellas grandes descargas que un beso suyo, le provocaba.Aquel beso fue más arrebatado, pues Carlos Alejandro lo profundizó con mayor bravura, percibiendo como el esbelto cuerpo de Briana se estremecía entre
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CAPÍTULO 30. ORGULLO HERIDO
Por la mañana.Un fuerte grito proveniente de la habitación de Rosa Lilia despertó a todo el mundo, pues terminaba de vociferar y volvía a hacerlo incesantemente. Carlos Alejandro y Briana abrieron los ojos de golpe, sus corazones retumbaron agitados.—Es Rosa Lilia. —Se puso de pie y salió corriendo intentando averiguar qué sucedía, al igual que Briana, quien fue detrás de él.— ¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Carlos Alejandro abriendo la puerta sin tocar.Rosa Lilia se encontraba de espaldas a él, mientras ella estaba mirándose a unos de los grandes espejos de la habitación.—¿Te sientes mal? —cuestionó al escucharla llorar, entonces la mujer giró de golpe hacia él.Tanto Briana como Carlos Alejandro se quedaron sin habla, ambos separaron los labios en una gran O, se miraron brevemente completamente sorprendidos.Los expectantes orbes de Carlos Alejandro, se enfocaron en el rojo intenso de sus labios exageradamente mal pintados, que se desviaban hacia sus pómulos. Conocía bien ese
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