Tras las compras, me dirijo a casa. Subo a mi vehículo y, mientras conduzco, medito en cómo le haré para llegar a un acuerdo que el imbécil de mi hermano querrá arrastrarme a su mundo de nuevo, algo que todavía no está en mis planes. Llevo una vida tranquila con mi hijo. Aparco mi auto en la entrada de la casa, bajo las bolsas del asunto, camino hasta la entrada de la casa, al abrir la puerta, escucho a mi hijo gritar, suelto las bolsas dejándolas caer al suelo. No, otra vez, que ella no esté maltratando a mi hijo. Al abrir la puerta, miro a mi hijo sobre la espalda de ella sonriendo y gritando de alegría, había mucho tiempo que no miraba esta escena, ella lo ha logrado, ha hecho sonreír a mi hijo de nuevo.—Mira Joel, es papi, dile que juegue también con nosotros. —la miro que habla despacio sin dejar de ver a mi hijo, él asiente con la cabeza, se me acerca y me toma de la mano, llevándome hacia su centro de juego, me siento con ellos en el suelo, de un momento a otro estamos los tr
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